Bagre pintado

Nombre científico: Batrochoglanis mathisoni

Autoridad taxonómica: Fernández-Yépez, 1972

Notas taxonómicas:

Sinónimos:

Zungaro mathisoni, Pseudopimelodus mathisoni

Phylum: Chordata

Clase: Actinopterygii

Orden: Siluriformes

Familia: Pseudopimelodidae

Género: Batrochoglanis

Categoría: Vulnerable Vulnerable

Criterio: D2

Nombres comunes:

bagre pintado, bagre barrigón, bagre sapo, bagre manchado, Zungaro catfish

Descripción:

Se trata de un bagre bentónico de tamaño mediano que mide hasta 20 cm de longitud total, siendo el único de este tamaño en su área de distribución, aunque es más frecuente en tallas entre 10 y 16 cm. Tiene ojos muy pequeños. El tercio anterior de su cuerpo luce bien desarrollado, y en general el mismo es robusto, corto y posteriormente comprimido. Posee un patrón de coloración característico, único para sus ejemplares en la región: es de color negro o marrón muy oscuro, salpicado de puntos negros dispersos e irregulares, y con una banda clara o tono crema y angosta, difusa e irregular en sus bordes, a lo largo del dorso del cuerpo, desde el origen de una aleta pectoral a la otra. El vientre es blanquecino. La aleta dorsal es negra con pequeñas manchas blancas dispersas y la punta de los radios blancos. La aleta caudal es de un blanco cremoso y porta una cinta negra difusa y amplia. El borde de esta aleta es blanco. Las barbillas maxilares son oscuras y las mentonianas claras. En la etapa juvenil las sombras claras son más conspicuas. De hábitos nocturnos, se le ha observado activo por la noche, cerca de las riberas. La especie se describió originalmente como Zungaro mathisoni y más tarde fue reconocida como Pseudopimelodus mathisoni. Recientemente se ha considerado que la clasificación taxonómica adecuada es Batrochoglanis mathisoni (Rodríguez-Olarte y Taphorn 2007, Rodríguez-Olarte 2005).

Distribución:

Batrochoglanis mathisoni es endémica de las cuencas de los ríos Aroa, Yaracuy y Tocuyo. Su descriptor la reconoció solo para el sistema del río Urama (Fernández-Yépez 1972). En la cuenca del Aroa ha sido observada nada más una vez en el río Zamuro, y en la cuenca del Yaracuy se reportó en la quebrada Guáquira. En lo que respecta a la cuenca media del río Tocuyo se tiene el registro de dos ejemplares. Por sus hábitos bentónicos, se encuentra asociada a los pozos y remansos con presencia de refugios (rocas, raíces) (Fernández-Yépez 1972, Rodríguez-Olarte y Taphorn 2007).

Situación:

Aun cuando se dispone de una cobertura amplia de muestreos estandarizados realizados durante varios años en toda su área de distribución, hay muy pocos registros de esta especie (Rodríguez-Olarte y Taphorn 2007, Rodríguez-Olarte 2005). Anteriormente no había sido considerada amenazada, pese a que desde su descripción el autor ya mencionaba su frecuencia muy ocasional, la cual se ha mantenido en el tiempo. En virtud de ello, se establece una asignación de alta prioridad de estudio para su conservación, sobre todo por la creciente intervención de los ecosistemas fluviales en su área de distribución. Su clasificación en la categoría de amenaza Vulnerable se justifica a plenitud por su baja abundancia y el modo agresivo en que su hábitat ha sido influido, cuya ocurrencia es notable y no se prevé que disminuya en el futuro cercano (Rodríguez-Olarte y Taphorn 2007, Rodríguez-Olarte et al. 2006a, 2006b, Rodríguez-Olarte 2005).

Amenazas:

Entre las principales amenazas que enfrenta Batrochoglanis mathisoni se encuentra la intervención intensa de su hábitat por deforestación, urbanismo y agricultura en las cuencas pequeñas que drenan al Caribe occidental. Muchos afluentes que terminan en los ríos Aroa, Tocuyo y Yaracuy presentan cauces colmatados, con pérdida del hábitat para la especie, restringiéndose las corrientes permanentes sobre todo a las tierras altas y a los cursos hídricos principales. Esta situación sugiere que gran parte de la ictiofauna regional está en proceso de retracción poblacional (Rodríguez-Olarte y Taphorn 2007, Rodríguez-Olarte et al. 2006a).

Conservación:

Las cuencas altas de los ríos Aroa y Yaracuy están protegidas en parte por el Parque Nacional Yurubí y el Monumento Natural María Lionza, pero los límites inferiores de dichas áreas no garantizan la protección de la mayor riqueza de la ictiofauna regional, más aún cuando las perturbaciones se encuentran asociadas a una frontera agrícola en creciente expansión. Por otro lado, la cuenca media y baja del río Tocuyo abarca los parques nacionales Cerro Saroche (ubicado en una región semiárida y sin fuentes de agua permanentes), y Cueva Quebrada del Toro, con una pequeña cuenca de origen kárstico (aguas de origen subterráneo) reconocida por su baja biodiversidad de peces. Algunos afluentes en las cuencas del Aroa, Tocuyo y Yaracuy han sido considerados con prioridad de conservación para la ictiofauna regional, en vista de que muestran una elevada riqueza de peces y de poca a moderada intervención del medio acuático y las riberas (Rodríguez-Olarte y Taphorn 2007, Rodríguez-Olarte et al. 2006a, 2006b). Con el propósito de contribuir con la conservación de ésta y otras especies, se ha propuesto establecer alguna figura de protección oficial para ciertos afluentes de la cuenca del Aroa. Es necesario revisar la taxonomía de los bagres del género Batrochoglanis.

Ilustrador: Ximenamaria Rausseo

Autores:

Douglas Rodríguez-Olarte y Donald C. Taphorn

Cita sugerida

Rodríguez-Olarte, D. y Taphorn, D. C., (2015) Bagre pintado, Batrochoglanis mathisoni, En: J.P. Rodríguez, A. García-Rawlins y F. Rojas-Suárez (eds.) Libro Rojo de la Fauna Venezolana. Cuarta edición. Provita y Fundación Empresas Polar, Caracas, Venezuela., Recuperado de: www.especiesamenazadas.org/taxon/chordata/actinopterygii/siluriformes/pseudopimelodidae/batrochoglanis/bagre-pintado Viernes, 29/03/2024